La casa fue su escuela. Su madre, la maestra. María pronto aprendió que la creatividad sería la herramienta con la que construiría un lenguaje propio, consciente, conectado con la naturaleza y con su propio cuerpo. Diseñadora de moda, está al frente de su propia firma, heridadegato, desde 2013, se ha formado en nutrición holística y ahora se prepara también para ser profesora de yoga. Todo ello se refleja en su forma de concebir la ropa que crea, siempre a partir de tejidos responsables con el medio ambiente y también con el cuerpo de las mujeres a las que viste.
Hace unos meses nos colamos en su estudio para grabar un encuentro entre ella y su amiga Rocío León, con la que estudió hasta los ocho años en el mismo colegio el método Waldorf. Ambas hablan de esa manera de entender el oficio de diseñadora, de sus códigos estéticos, los materiales con los que trabaja o su forma de concebir la silueta femenina. Además, tras el estado de alarma, ampliamos sus palabras para conocer su visión de futuro, así como los nuevos planes que tiene para la marca.
Veo bastante innecesario generar en masa y las grandes producciones. Debemos ir hacia una filosofía más minimalista, de trato directo con el cliente, encargos a medida y prendas más especiales. Lo que me da miedo de la situación actual es que no va a haber un punto medio. Van a estar por un lado las grandes cadenas, tipo Primark, Inditex,... y por otro empresas muy pequeñas que hay que ver cómo sobreviven.
Un problema que atraviesa al diseño independiente, y me refiero al responsable -con el medioambiente y las personas con las que trabaja-, es que su precio es elevado, por lo que a él solo pueden acceder un número limitado de personas.
Así es. El problema de la moda sostenible es que no es accesible. Y claro, la gente se tiene que vestir, y te gusta vestirte bien y cambiar de ropa. Entonces es muy fácil comprarte camisetas por 6€, en lugar de comprarte una por 120€. Lo que hay que explicar es que una prenda lleva un patrón, lleva unas horas, un trabajo por el que tienes que pagar. En ese sentido, los diseñadores deberían hablar más y mostrar el proceso, contarlo más.
Claro. Yo siempre estoy pensando que hay que volver al origen del oficio. Por un lado está ese aspecto frívolo de la moda, y por otro el ego del diseñador que no quiere que nadie le copie sus diseños. Pero en el fondo estás ofreciendo un servicio y un producto que es útil, de primera necesidad. Y si a un diseñador le pides un proveedor y no te lo da. Nunca nadie comparte nada. En Berlín los diseñadores comparten talleres, proveedores, banco de materiales, etc. Sería el momento de hacer lo mismo aquí.
Si nos uniésemos los diseñadores y lo pidiésemos, sería más fácil. Al margen de ACME, que se ayudan entre ellos, el resto somos muy independientes y estamos dispersos. Habría que unirse y hacer una petición para que el gobierno pudiese poner espacios de trabajo y ayudar con el tema de los proveedores, porque al final la gente acaba comprando en China.
Creo que va a tener que funcionar más en ese sentido. De hecho, ya sé de algunas cooperativas de algodón ecológico hecho en España que no están mal de precio, aunque es cierto que en España, con el tema de las cooperativas textiles, estamos muy retrasados. Por ejemplo, si te vas a comprar tejidos ecológicos, como lana de ovejas de escocia que cuesta 200€ el metro y ahí la prenda ya se te dispara. Pero igual volver a materiales un poco más sencillos como el algodón o el lino funcionaría.
Esta situación nos ha dado a todos un baño de realidad de que estábamos un poco ciegos, perdiendo energía profesional en fiestas, vida social… y en el fondo un diseñador es como un panadero, realiza un oficio para satisfacer las necesidades básicas de las personas. En este caso, vestirles. De hecho es un oficio muy antiguo y hay que volver a eso de trabajar con las manos, del trato con el cliente, de venta directa. Es verdad que las tiendas multimarca han hecho mucho daño porque han escondido a los diseñadores. Tenemos que volver a los oficios de antaño.
Siempre me ha interesado el tema. De hecho hice un máster en nutrición y me encanta investigar la medicina china o el ayurveda y siempre estoy probando cosas. Por otra parte, para mí la moda y la comida para mí son lo mismo. Cuando era pequeña y estaba en casa con mi madre comía pollo una vez a la semana. Si quieres comprar pollo te compras uno de corral, que ha tenido una vida más o menos digna, y es el día que comes pollo. No hace falta comerlo todos los días. O, por ejemplo, estás en España en marzo y te estás comiendo una papaya que no sabes de dónde viene, cuando aquí es tiempo de mandarinas. Quizá es momento de apostar por las frutas de temporada, por lo local, que además es lo que mejor sienta al cuerpo. Ese es el problema de la globalización, que tenemos de todo, todo el tiempo.
Llevo haciendo yoga como siete u ocho años. Ahora, de hecho, me estoy formando para ser profesora, y no descarto en algún momento dedicarme 100% al yoga. Es una forma de meditar en activo, pues mientras estás haciendo una postura imposible, con el tiempo consigues tener la mente en blanco. Es verdad que es una carrera de fondo. Yo los beneficios los empecé a notar después de cinco años. Y a raíz de ahí me di cuenta de que tenía que practicar todos los días. Con el tema de la cuarentena no he podido ir a clase, lo he tenido que hacer sola y ha habido días que incluso me he hecho cuatro horas de yoga.
Practicaba yoga uno o dos días a la semana, iba al gimnasio y me mataba a hacer abdominales, sentadillas, etc. Y en el centro donde hago bikram, yoga a 40º con 30% de humedad, hicieron un reto de practicar 30 días seguidos bikram. Decidí probarlo. La primera semana más o menos bien, la segunda no me podía mover, tenía mucho dolor de espalda, pero en realidad eran agujetas. Y la cuarta semana fue como si hubiera vuelto a nacer. Es muy recomendable probarlo seguido para convertirlo en un hábito y ahí ya ves que el cuerpo te pide practicarlo todos los días. Igual que te lavas el pelo o te duchas, le dedicas una hora al cuerpo.
Trabajo mucho con mi madre -Ouka Leele- y estamos preparando exposiciones, pensando también algunas ideas sobre libros, publicaciones, etc. Y si tiene que hacer un cartel de teatro yo le hago la tipografía. También estuvimos haciendo la portada del disco de las Hinds. Ahora nos gustaría hacer algo que no fuera un encargo de alguien, sino nuestro.
Fui al mismo colegio que Rocío una temporada, pero luego estudié en casa desde los 8 hasta los 18 años en Home Schooling, un colegio americano. Tenía materiales online que trabajaba con mi madre y luego lo convalidaban con el ministerio de educación. Los padres tienen que poner un esfuerzo titánico, pero eso también me ha permitido poder viajar con ella, ir a un montón de sitios, aprender a organizarme yo todo. Y cuando empecé a estudiar la carrera de diseño, como no llegaba quemada de estar ocho horas al día metido en un colegio, estaba deseando tener una rutina, estudiar… creativamente también me ha aportado mucho por el hecho de poder pasar horas pintando fotos con mi madre y por poder compaginarlo con estudios de música, arpa, piano… clases de baile, o ir a museos a cualquier hora del día. Es una infancia bastante más agradable que el hecho de estar en una oficina desde que tiene cinco años.
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Fotografías: Natalia Pérez Delgado