Montenegro & Lafont
Para Caroline Heredia, al frente de blueyellow, las plantas aromáticas son condimento y curación, una vuelta al origen de los tiempos, a la conexión con la naturaleza, a sentirnos parte de un todo. Y en estos momentos es más importante, si cabe, llegar a esa conclusión: que el ser humano no es cúspide ni dueño, ni señor ni propietario, es parte de un ecosistema tan fuerte y a la vez tan frágil, que un juego de adultos soberbios es capaz de romper un equilibrio y provocar al mismo tiempo una reacción absolutamente perturbadora. Todo es cuestión de respeto y conocimiento, y Caroline ha encontrado en estas plantas, paradójicamente consideradas un cultivo menor, la vía para restaurar una armonía basada en la igualdad de los seres vivos y el respeto a la Tierra.
A este convencimiento se llega con las manos. Primero, con las de ella plantando, recolectando y creando los productos de blueyellow: aceites, vinagres, sales y siropes hechos con plantas aromáticas en producciones pequeñas, sostenibles y respetuosas con los ciclos naturales de la planta. Después, en las manos de quien los recibe, porque el objetivo de blueyellow es que se meta en la cocina, huela, pruebe toque y experimente con sus usos. Porque cocinar también es conectar con ese todo y con nosotros mismos, es un acto de amor que trasciende lo físico para tocar el espíritu, porque en eso consiste cuidar.
Totalmente. Las aromáticas son el origen de la medicina. Los seres humanos creemos estar por encima y hemos desconectado de todo, del alimento y, sin duda, de la naturaleza. Antes no era así, todo estaba ligado, solo tienes que retroceder a las culturas indígenas milenarias, a la griega, que apreciaban realmente las propiedades medicinales de estas plantas. Yo creo que con las aromáticas hay una vuelta al pasado, a recuperar todo aquello pero con una mirada desde el ahora. Tomar un poco del pasado para avanzar.
Eso creo. Hemos entendido la salud como causa – efecto. “Me duele la cabeza y me tomo esto”. Cuando la medicina de las plantas es un mundo más holístico. La unidireccionalidad hace que las cosas vayan perdiendo efectividad. Lo ves con los antibióticos. Si estás respondiendo a un solo estímulo, llega un momento que se agota. Así es la naturaleza, las fórmulas dejan de funcionar porque tenemos una capacidad de adaptación impresionante. Así que la diversidad es fundamental y el de las aromáticas es un mundo muy diverso. Es importante volver a la naturaleza para reconectarnos, no para pedir lo que necesito, sino para recuperar el equilibrio.
Diego Díez
A medida que hemos ido evolucionando con valores como el del fruto. El valor lo ponemos en el fruto y en su peso. Tanto es así que si le preguntas a un agricultor, tiene albahaca junto al tomate porque espanta la plaga, nada más. La aromática se rige por otros valores, por eso dan la oportunidad de repensar las cosas, de despertar. Lo que yo hago requiere una disposición que veo cuando hago mercados o tastings y que es muy transversal porque viene desde la señora que cocina y ve el orégano y me dice “yo tengo orégano en mi casa”, pero cuando prueba una variedad de orégano diferente despierta –es un momento estelar, no hay nada como ver a alguien capturado por una novedad–, hasta los niños, que son un cliente fantástico, porque tienen un paladar y una visión del mundo muy diferente.
Llegué a arquitectura con la inquietud de la sostenibilidad e hice algunos proyectos de cubiertas vegetales. Entonces vine a Madrid, hice un máster de arquitectura para trabajar ese tema y vi que las aromáticas eran un excelente cultivo para esas cubiertas vegetales, porque tienen una superficie de sustrato muy pequeña, con lo que no aportan demasiado peso, ayudan mucho con la retención de agua y son un cultivo muy prolífico porque atraen insectos polinizadores.
En aquel momento vi que en Madrid el tema de las aromáticas no era muy accesible, la albahaca no era tan fácil de conseguir. Así que empecé a gestar blueyellow despacio. Es un proyecto que toma tiempo y así fue pensado: primero cultivamos, después probamos lo cultivado, luego pensamos cómo se conservarían estos cultivos... Hasta llegar a la etapa actual en la que tengo las conservas aromáticas, pero todavía en una edición muy limitada.
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Claro. Hay que pensar en nuevos modelos productivos que vayan acorde a los proyectos. Hay que cuidar los productos, el negocio y la marca; son proyectos que van marcando ellos mismos los ritmos y el camino. No puedes plantear proyectos con estos valores y crecer a gran escala, porque te conviertes en otra cosa. El reto es mantenerte en lo que eres, con las ediciones que puedes y quieres hacer y no seguir los ritmos de crecimiento como objetivo. Es complicado porque hay que definir cuál es el verdadero objetivo de la marca.
Mis decisiones están muy ligadas a la intuición. Yo me aproximo a las cosas, en general, sin una concepción previa muy formulada. Eso no implica que todo sea intuición, pero en mi relación con las plantas consigo percibir cosas muy diferentes. Y en cambio, hay quien va a un huerto y ni siquiera las ve. Eso tiene que ver con los niveles de consciencia. Piensa en los musgos, es un reino diferente, es otro nivel incluso comparado con las plantas, tienen otra estructura, otro desarrollo, otras capacidades... Eso nos da una lección: no tenemos la capacidad de entender todas las cosas por completo, somos muy limitados en ese sentido. Creo que ya no nos cuestionamos que las plantas tienen inteligencia sin tener cerebro, porque la inteligencia va de otra cosa.
Montenegro & Lafont
Descubrí las propiedades, un mundo increíble. Y aprendí a entender cómo es ese mundo, retrocediendo hasta la comercialización de especias, que es el origen del comercio. Vi que es un tema global, pero muy ligado a la identidad de cada lugar. Mirando la historia, puedes ver cómo especias que llegaron de América han transformado completamente la cocina y la cultura de aquí, y viceversa. Es un intercambio muy interesante. Las aromáticas son cultura pura y dura. Todo esto lo descubrí por pura curiosidad; no soy chef, pero, digamos, soy una comensal inquieta, y con el punto de vista particular que traía de la arquitectura, si sumas curiosidad y acción, acabas obteniendo innovación.
Vanessa_Martins
La cultura popular es maravillosa porque nos va enseñando cómo hay aromáticas que forman parte fundamental de la cultura de diferentes regiones. Por ejemplo, en la sierra de Madrid es impresionante el tema de los tomillos. Las aromáticas tienen que ver con la cocina, la cocina con la cultura, la cultura con la idiosincrasia de dónde viene cada quien. Hay que entenderlo de una manera integral. Es difícil cuando me preguntas por lo popular, porque la aromática es un espacio donde se mezcla lo popular y lo científico de una manera tan única que podría ser referencia para otros ámbitos. Creo que estamos en un punto en el que la medicina tradicional (la ancestral) y la formal pueden articularse como un nuevo conocimiento. Las aromáticas forman parte intrínseca de la cultura y con ellas podríamos hablar de medicina y de cocina y estaríamos hablando de lo mismo.
Te mentiría si te dijera que no he pensado en ello, porque entonces lo que sucedía era que se escuchaba a las plantas y se mantenía una relación de respeto con ellas. En cierta manera, las plantas me hablan. Yo las escucho y atiendo sus necesidades, es un diálogo, respeto su ciclo natural y sus reglas, porque así entiendes cosas como que si a la albahaca le salen flores, cumple su ciclo reproductivo y muere, pero si las cortas, ella crece y echa hojas. Cortar las flores de una planta implica muchísimo entendimiento y respeto, y esa relación no siempre se ha comprendido, incluso hoy hay que repensarla. Lo estamos empezando a hacer con los animales, respetar sus ciclos, su vida y su muerte. Dentro de cada uno de los aceites que yo hago está el entender por qué la planta muere y cómo ha vivido para que sepa diferente.
Totalmente. La Artemisa, por ejemplo, es una planta que tiene unos poderes que van desde regular la regla a despertar sueños potentes, remover el interior. La hierba Santa María quita la fiebre de una manera muy potente, con ella he hecho unos vinagres. Si nos vamos a algo más común, la albahaca es una planta tranquilizante, afecta al sistema nervioso, pero la tenemos encasillada en el pesto. Las aromáticas hay que sacarlas continuamente de la casilla donde las metemos porque son multinivel, sirven para mucho más de lo que pensamos, por eso mi objetivo con blueyellow es que se experimente con ellas en la cocina, que desaprendamos.
Esto también va de entender los efectos que ellas tienen sobre nosotros y viceversa, porque la relación es bidireccional. Hay plantas que sin duda son... no diría “amuletos” porque eso implica domesticar, pero algo parecido, pues tienen un poder, una fuerza y una vida más potente que la mía. Lo entiendo y lo acepto con profunda humildad.
2382.co
Sí. Más allá del cuerpo y la mente, hay otra cosa que tiene que ver con ese cuidar y es un tema espiritual. A través de la mente y del cuerpo podemos llegar a ese otro escenario de lo espiritual que pasa por entender dónde estamos, quiénes somos y que no nos separan tantas cosas de las plantas, porque nuestra forma es el medio en el que vivimos, pero dentro está “lo vivo”, hay un alma.
Completamente. Las aromáticas nos hacen conectar con la naturaleza de una manera nueva porque en ellas no buscamos cubrir esa necesidad de alimento, que es la que nos hace acudir a la naturaleza; al carecer de fruto, no hay esa intención ni ese acto de “forzar” a la planta, incluso manipularla, para que te dé los frutos que necesitas. Así que nos colocan en un espacio en el que nos podemos relajar para percibir cosas nuevas, los ritmos normales de la naturaleza, que en el caso de las aromáticas se parecen a los nuestros porque cambian muy rápido. Las aromáticas te muestran constantemente que están vivas, atraen vida, mariposas, abejas... Quisiera pensar que son un lindo vínculo para poder volver a conectar con la naturaleza.
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