Ana de Pombo. La loca, la tonta, la saltimbanqui
Ana de Pombo. La loca, la tonta, la saltimbanqui

Desde sus diseños para casas parisinas como Chanel o Paquin, hasta los espectáculos de baile español que ella misma organizaba. Su pasión y capacidad para reinventarse la convirtieron en una de las mujeres más peculiares e influyentes de principios siglo XX.

Desde sus diseños para casas parisinas como Chanel o Paquin, hasta los espectáculos de baile español que ella misma organizaba. Su pasión y capacidad para reinventarse la convirtieron en una de las mujeres más peculiares einfluyentes de principios siglo XX.

Love the intricate lace work on this organdi dress from Paquin designed by Ana de Pombo photographed by Roger Schall published in Vogue

Vestido de Paquin diseñado por Ana de Pombo. Fotografía de Roger Schall publicada en Vogue

Una mujer versátil, ingeniosa, decidida y, sobre todo, muy singular. Ana Caller de Donosteve (La Cavada, 1900 - Madrid, 1985), también conocida como Ana de Pombo tras adoptar el apellido de su marido, fue una de las españolas más destacadas entre la élite social de mediados del siglo XX. La santanderina experimentó la creatividad en todos sus formatos: moda, poesía, danza e incluso decoración. Llegó a París en la década de los 20 y abrió su propia casa de alta costura, Elviana, que tuvo un gran éxito entre la clientela más influyente. Tanto fue así, que Coco Chanel la reclutó para que formase parte de su equipo como su secretaria personal y relaciones públicas de la maison.

Continuó desarrollando su trayectoria en el mundo de la moda al frente de la dirección creativa de la casa Paquin, una firma histórica y revolucionaria con sedes en París, Londres y Buenos Aires. Durante esta etapa, Ana de Pombo dejó huella en la marca a través del encaje, los volantes y las mantillas que definían la estética española que años más tarde reivindicaría en los espectáculos de castañuelas y flamenco a través de otro de sus talentos, la danza.

Ya fuese en París, en Argentina, en Madrid o en Marbella, Ana de Pombo no pasaba desapercibida y su carácter arrollador tan admirado por muchos como criticado por otros, hizo que su fama cruzase fronteras. Sin embargo, a pesar de que su talento, su trabajo y su capacidad para reinventarse la convirtieron en una popular figura de la sociedad europea del momento, su profesionalidad y sus logros quedaron con los años en el olvido. Desde hace varios años, la escritora e historiadora Lola Gavarrón prepara una biografía de Ana de Pombo que muchos esperamos con ganas. Mientras tanto, os animamos a descubrir algunos aspectos curiosos de esta figura tan inspiradora como desconocida.

Elviana, su propia casa de alta costura

Tras separarse de Cayo Pombo, Ana se asentó en París a finales de los años 20. Allí, con la ayuda del infante Carlos de Borbón y su mujer Luisa de Orléans, que pertenecían a su círculo de amistades más cercano, emprendió una carrera en la alta costura con la apertura de su propia casa de modas, Elviana, en 1930. De Pombo bautizó este nuevo proyecto a partir del acrónimo que surgía del nombre de su hermana, Elvira, y el suyo propio.

Su talento y sus influyentes contactos convirtieron a Elviana, ubicada en el número 12 de la Rue Tronchet, en una de las casas de costura más destacadas de París en aquel momento. Incluso la reina Victoria Eugenia acudió a la maison en una de sus visitas a la capital francesa.

La tienda tuvo mucho éxito, tanto que el conde Koutosoff, director de publicidad de Chanel, le propuso formar parte de su negocio con la condición de que cerrase el recién abierto local.

La mano derecha de Gabrielle Chanel

La española aceptó y cuando conoció personalmente a Coco Chanel pasó a ser su secretaria personal, puesto que ocuparía durante los próximos 10 años. Junto a la diseñadora, estuvo en contacto con algunas de las personalidades más célebres del momento, como el príncipe Dimitri de Rusia, los condes de Laborde o Misia Sert, una de las grandes musas del siglo XX.

Tanto Ana de Pombo como madmoiselle Chanel tenían algo en común: pensaban que la moda tenía que ser sencilla y funcional. Ambas la utilizaban como una herramienta de liberación femenina, diseñando sus prendas con el objetivo de proporcionar a las mujeres una cierta autonomía a través de ellas. Por eso, Chanel tomó la decisión de enviar a Ana a Biarritz para que se ocupase de la dirección de la nueva casa que había abierto al suroeste de Francia. Además, la de Santander también ejerció allí su labor como relaciones públicas y se encargó de diseñar algunos modelos para la maison. Incluso posó como modelo de la firma para L’Officiel de la Couture et le Mode y apareció también en el número de diciembre de Vogue París en 1933 retratada por George Hoyningen-Huene. Sin embargo, como consecuencia de sus discrepancias con el ilustrador y amante de Coco Chanel, Paul Iribe, de Pombo decidió abandonar la casa en 1934.

Ana de Pombo vestida de Chanel 1933. GEORGE HOYNINGEN-HUENE CONDÉ NAST ARCHIVE

Ana de Pombo vestida de Chanel 1933. Foto de George Hoyningen-Huene

Peinetas, mantillas y volantes en Paquin

En 1935, continuó su trayectoria profesional al frente de la casa Paquin, una firma que formó parte del patrimonio cultural y de la moda de la década de los 20. Jeanne Paquin, considerada la primera diseñadora de la historia y una de las mujeres que revolucionó la industria de la moda, nombró a Ana de Pombo directora creativa de sus casas de modas en París, Buenos Aires y Londres.

A partir de aquel momento, la esencia de lo español comenzó a ganar terreno en Paquin, ya que la española se encargaba de diseñar la mitad de los modelos. Las mantillas, las peinetas, los volantes y el encaje formaron parte de sus códigos estéticos durante la permanencia de Ana de Pombo en la marca. A pesar de la extravagancia que aquellos diseños reflejaban frente al gusto francés, la nueva imagen de la firma tuvo una buena acogida entre el público parisino, que se sintió instantáneamente atraído por la novedad de lo ajeno. Del mismo modo, los cortes irregulares y originales que daban forma a los trajes ideados por la santanderina también causaron admiración entre las duquesas de Windsor y de Kent o populares artistas como Jacqueline Delubac, Arletty o Marlene Dietrich, que eran asiduas a las presentaciones de la casa.

ana_de_pombo_paquin_v&a

Diseños de Ana de Pombo para la casa Paquin, 1936, 1937 y 1938. Imágenes del archivo del V&A de Londres.

Ana de España

Por otro lado, además de plasmar la estética española en los bocetos de la casa parisina, Ana de Pombo dio visibilidad a los trajes autóctonos en el extranjero a través de sus espectáculos de baile que organizaba ella misma a modo de fiestas privadas.

En la década de los 40, la santanderina volcó su pasión en la danza, su segunda vocación, y adoptó para este ámbito el nombre de Ana de España por el estrecho vínculo que sentía hacia su país de origen. Fue precursora de los conciertos de castañuelas junto a Manuela del Río y Laura de Santelmo y participó en espectáculos de baile español en París, convirtiéndose en una de las bailarinas más destacadas de la capital francesa. Además, actuó en los Festivales de Granada en 1942 llevando un traje de gitana pintado por Ignacio Zuloaga, negro y adornado con enormes rosas blancas.

Ana de Pombo dio visibilidad a los trajes autóctonos en el extranjero a través de sus espectáculos de baile que organizaba ella misma a modo de fiestas privadas.

Ana de Pombo. Como bailarina se dio a conocer con el nombre de Ana de España 1939

Ana de Pombo como bailarina en uno de sus espectáculos de danza, 1939

Conquistando Argentina

Tras el intento fallido por emprender un nuevo camino, Ana de Pombo se marchó a Argentina, donde se encargó de inaugurar un salón de costura independiente de la casa Paquin. Durante su estancia allí, consiguió que sus diseños triunfasen como en el pasado y el gusto por lo autóctono seguía percibiéndose en sus prendas, en esta ocasión inspiradas por los retratos de Velázquez. Su exitosa carrera en la alta costura la condujo al mundo del cine, donde diseñó el vestuario de varias películas y algunos vestidos para estrellas de la industria latinoamericana. Incluso la propia Evita Perón le encargó varios diseños.


Tebas: cultura, moda y decoración

En el país sudamericano conoció al que sería su tercer marido, Pablo Oliveras, y juntos regresaron a Madrid para emprender un nuevo proyecto: Tebas. Se trataba de un espacio cultural en el que convivían moda y decoración, además de una serie de coloquios y mesas redondas que la pareja organizaba. Fue una de las primeras tiendas de antigüedades de la capital y gracias a los contactos de Ana, personajes como Gregorio Marañón o Manuel Machado figuraban entre su clientela.

lola.gavarron ilustración Bérard a Ana de Pombo en Paris, 1937 Así es España

Así es España', ilustración de Ana de Pombo en París por Bérard  en 1937. Imagen vía @lola.gavarron

 

Dolor y poesía

Ana comenzó a revelar su afición por la escritura en verso a los 69 años, convirtiendo la poesía en otra de sus múltiples facetas. La muerte de sus dos hijos y la polémica que envolvía su vida personal fueron los detonantes que provocaron su transición a esta disciplina artística. Publicó '37 poemas' (1957), obra en la que se retrataba a sí misma como “la loca, la tonta, la saltimbanqui”, 'A tu puerta' (1960) y unas memorias bajo el título 'Mi última condena' (1971), con prólogo de Cayetana de Alba, en las que recoge sus aventuras amorosas, sus relatos sociales, sus anécdotas laborales y sus logros en el mundo de la moda y la danza. De hecho, esta autobiografía ha servido para sentar las bases de las investigaciones que se han llevado a cabo sobre su ajetreada vida.

“La loca, la tonta, la saltimbanqui”. Así se autorretrataba Ana de Pombo en su obra '37 poemas', escrita en 1957. 

circuloorellana