Alicia Vogel: la belleza, lo aterrador, lo innato

De lo oscuro y lo perturbador, de lo primitivo y lo radical. La artista nos descubre un universo donde sus propios miedos y recuerdos se unen para crear obras que reclaman una mayor visibilidad de las mujeres.

Alicia Vogel destacada

A pesar de definirse como una mujer de pocas palabras, Alicia Vogel alza la voz a través de sus trabajos textiles. Las piezas de la artista convierten materiales familiares y reconocidos en un canal de expresión poderoso y llamativo.

Su propia condición de mujer hace que Vogel ponga sobre la mesa la discriminación que las artistas siempre han sufrido. Haciéndose eco de Virginia Woolf y su famosa frase “Durante la mayor parte de la historia, Anónimo fue una mujer”, Alicia propone una serie de máscaras textiles que más que esconder, evidencian la imposibilidad de invisibilizar a todas las mujeres.

Del mismo modo que su afán reivindicativo, su formación musical queda latente en la sensibilidad y la capacidad de evocación a través de la memoria que presentan todas sus creaciones donde textos, dibujos y letras de canciones se mezclan de forma caótica para retratar fielmente los vaivenes del proceso creativo.

Hablamos con Alicia para adentrarnos en su imaginario y comprender de qué forma consigue encontrar belleza en todo lo que, a priori, resulta aterrador.

Eres una mujer que no deja de buscar, que se expresa desde el arte, en España, en 2019. ¿Cómo es?

Siempre me ha parecido increíble el crear cosas de la nada, desde cero, ese tener las manos sucias y experimentar con materiales. He tenido la suerte de poder estudiar música en el Conservatorio, Bellas Artes y diseño gráfico textil, y aunque sea difícil vivir de esto, creo que tenemos el derecho y el deber de expresarnos sin que el contexto nos limite, sin censuras. Tenemos que ser conscientes de la historia artística que nos precede y dejar una herencia que plantee dudas, que abra tabúes, que incomode y que pronponga otras bellezas. ­

Mantienes una estética cruda, atractiva a la vez que perturbadora. ¿Qué encuentras en lo aterrador?

Muchos de los momentos más lúcidos a lo largo mi vida artística han surgido de situaciones algo traumáticas y dolorosas. Cada uno tiene su propio imaginario, y en el mío, con perspectiva, lo que en algún momento fue aterrador puede llegar a ser tierno.

Sonará muy a tópico, pero colocarse fuera de las zonas cómodas, esas que dan miedo, puede ser el espacio perfecto para plantear a otros ojos todas esas incomodidades que provocan reacciones, sean las que sean.

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"Tenemos que  dejar una herencia que plantee dudas, que abra tabúes, que incomode y que proponga otras bellezas."

Muchos de tus trabajos envuelven y encarcelan la figura humana. ¿Qué buscas transmitir mediante este aislamiento de la persona? 

Es algo alegórico. Parece asfixiante pero es más como un refugio, el sentido de hogar, una impermeabilidad donde permanecer fiel a las propias convicciones y elegir los espacios dónde querer estar.

Recuperas la frase de Virginia Woolf, "Durante la mayor parte de la historia, Anónimo era una mujer" ¿Qué relación tienen tus piezas con el feminismo? 

Básicamente la reacción de enfado general que me provoca el menosprecio hacia las mujeres, la cosificación y sexualización del cuerpo femenino. Es brutalmente triste la cantidad de mujeres artistas que han sido tapadas a lo largo de la historia, pero a la vez, las paredes de los grandes museos están repletas de desnudos femeninos. Esta cita de Virgina Woolf me llevó a hacer una colección de máscaras entendiendo que el hecho de cubrirse la cara como una voluntad de esconderse haría todo el efecto contrario si nos paseáramos por la calle con una máscara, ya que seguro que todo el mundo se giraría. Y creo que estamos empezando a entender que el menospreciarnos, taparnos o matarnos, nunca ha sido una opción.

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Eliges el textil como elemento base de tus obras. ¿Qué te aporta a nivel creativo este soporte?

Hace unos años me di cuenta de manera consciente que el textil es una vía de recuerdo, al mismo nivel que los olores y la música, que nos transportan a otro espacio-tiempo. El textil ofrece textura, movimiento, color, peso, forma, volumen y densidad, a la vez que cada tejido tiene su propio simbolismo, y todo eso me da infinidad de posibilidades a la hora de materializar mis piezas.

Tienes una amplia trayectoria como músico. ¿Qué parte de tus conocimientos en este campo están presentes en tus creaciones plásticas?

La música me da referentes teóricos, sonoros y visuales que inevitablemente flotan en mis proyectos, algunas veces como pilar y otras como complemento. Pero, sobre todo, tengo inercia por la parte sensitiva, tan propia de la música, que procura describir atmósferas y narrativas, sin una historia explícita escrita que lo explique.

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¿De qué forma se complementan texto, imagen y soporte? 

Soy de hablar poco y dibujar mucho, y supongo que es la manera de ordenar y desordenar mi cabeza, clasificar todo ese revuelto de ideas; diferentes partes que hacen un todo en forma de pequeño relato. Puede ser algo invasivo, pero me parece romántico que al añadir fragmentos de texto, sobre todo letras de canciones, quién las lea las escuche en su cabeza sin quererlo.

¿Y qué peso expresivo tiene tu propia caligrafía en tus obras? 

Me fascinan los dibujos de l@s niñ@s pequeñ@s, son trazos muy intensos, sin vicios ni filtros de academia que hacen amoldarnos al “cómo tienen que ser las cosas”; simplemente dibujan y explican historias tal como se las imaginan, como las ven, tal cual. A medida que crecemos y aprendemos, vamos absorbiendo los tics de ese “cómo tienen que ser las cosas” y perdemos ese trazo instintivo y primitivo tan sincero, por eso empecé a escribir y dibujar con la mano izquierda (soy diestra), para recuperar los grafismos deformes sin esconder “fallos”, esas primeras veces sinceras. El “error” es inesperado, porque nadie quiere equivocarse, pero en realidad es la mejor parte.